Al mal tiempo, buen cine...

Queridos lectores y seguidores:

Me permito escribir una líneas para agradeceros a todos (desde todas las partes del mundo) que visitéis mi blog y todo lo que voy publicando. Ante todo comentar que no estoy licenciada en cinematografía pero, doy gracias por haber asistido a cursos y que mis padres me introdujeran al cine con sólo 8 años.

Por eso os animo que escribáis vuestras opiniones sin vergüenza alguna (¡por eso existe la libertad de expresión!) o sugerir cambios o visionados de películas, ya que se convierte en un feedback donde podemos aprender unos de otros.

Para finalizar, gracias una vez más por vuestro tiempo y dedicárselo a mi blog. ¡Seguid disfrutando del cine!

jueves, 25 de enero de 2018

Rostros (1968)




  • Título original: Faces
  • Año: 1968
  • Género: Drama
  • Dirección: John Cassavetes
  • Intérpretes: John Marley, Gena Rowlands, Lynn Carlin, Fred, Seymour Cassel, Val Avery, Darlene Conley, Dorothy Guillever.
  • Guión: John Cassavetes
  • Música: Jack Ackerman
  • Fotografía: Al Ruban
  • Productora: The Walter Reade Organization.

SINOPSIS

Richard Frost (John Marley) un hombre de negocios de mediana edad conoce a una mujer más joven (Gena Rowlands) y, a la mañana siguiente le pide el divorcio a su mujer. Por otro lado la mujer de Frost (Lynn Carlin) conoce a un chico joven en un bar y pasa la noche con él.


CRITICA

A la hora de ver el cine de John Cassavetes el espectador debe de ir con la mente abierta. No sólo porque es un director que fue el precursor del cine independiente, sino que su fijación por la improvisación puede llevar en determinadas ocasiones a un caos argumental que puede crear cierta confusión, a la vez que cierto rechazo a las películas de este gran director.


Desde el primer minuto de película, la cámara está en continuo movimiento dónde los primeros planos (incluso primerísimos) a modo de falso documental, nos introducen en las emociones de todos los personajes, así como una lucha por parte del sexo masculino para demostrar su masculinidad y, dejando al sexo femenino como el sexo débil y el que debe de satisfacer las apetencias y suplir las carencias que los hombres no son capaces de encontrar en su matrimonio. La importancia de esta película reside en la "empatización" cambiante sobre los diferentes puntos de vista de sus múltiples personajes: maridos, mujeres, amigos, amantes, amados y despreciados; todos ellos enfrentados a una exhaustiva, objetiva y con una comparación emocional de los distintos personajes. En ningún momento, lo que pretende la historia (y por ende su director) es mostrar la belleza de las imágenes o de las formas, sino más bien la exploración anímica de cada individuo por separado, y de su relevancia para con el resto.

Esta caótica trama sitúa al espectador en una posición voyeurista desde el comienzo, de esta forma asiste a los secretos de alcoba sin ningún tipo de censura dialéctica de la clase media-alta estadounidense de aquella época. También, desde la primera escena se muestran diálogos banales entre los hombres y las mujeres pero que, gracias a dichas banalidades, permiten ubicar al espectador en el contexto personal hasta una introspección idiosincrática, así como el análisis de los defectos, los desprecios y los deseos más irrefrenables gracias a la improvisación de sus actores.

También destacan como elementos la pérdida de la juventud, la aceptación de la madurez pero sobre todo, el amor en sus vertientes más pesimistas y explícitas; sobre todo en el personaje interpretado por Gena Rowlands (mujer de John Cassavetes hasta la muerte de él) cuyos sentimientos van cambiando visiblemente a medida que va avanzando la trama. Dónde pasa de ser una mujer usada y sexualizada por su condición, a demostrar que una mujer va mucho más allá y que no tiene que vivir siempre sometida por el yugo de un hombre y que puede actuar de igual forma que él.

Cuando ya termina la película queda una cosa clara con bastante precisión: la complejidad femenina frente a la simplicidad masculina. Así como una cruda soledad (sobre todo interior) en la que se afrontan las malas decisiones con cuestionable entereza, palabras y diálogos pronunciados que quedan en el aire y, como un eco, resuenan en la mente a modo de recordatorio de un error irrevocable dada la imposibilidad de una disculpa que, por haber caído en desuso, ha perdido todo su significado. De esta forma se muestra la parte del amor en sus faceta más oscura y menos edulcorada pero quizás la que más puede asemejarse a lo que puede ocurrir en una relación de verdad. Y sobre todo, se intenta demostrar a través de esta historia la mujer tiene voz y va más allá de ser un simple objeto (como ya he mencionado en párrafos anteriores).


Calificación personal: 7











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