Al mal tiempo, buen cine...

Queridos lectores y seguidores:

Me permito escribir una líneas para agradeceros a todos (desde todas las partes del mundo) que visitéis mi blog y todo lo que voy publicando. Ante todo comentar que no estoy licenciada en cinematografía pero, doy gracias por haber asistido a cursos y que mis padres me introdujeran al cine con sólo 8 años.

Por eso os animo que escribáis vuestras opiniones sin vergüenza alguna (¡por eso existe la libertad de expresión!) o sugerir cambios o visionados de películas, ya que se convierte en un feedback donde podemos aprender unos de otros.

Para finalizar, gracias una vez más por vuestro tiempo y dedicárselo a mi blog. ¡Seguid disfrutando del cine!

miércoles, 12 de diciembre de 2018

El milagro de Ana Sullivan (1962)




  • Título original: The miracle worker
  • Año: 1962
  • Género: Drama, hechos reales
  • Dirección: Arthur Penn
  • Intérpretes: Anne Bancroft, Patty Duke, Victor Jory, Inga Swenson, Andrew Pine, Kathleen Comegys.
  • Guión: William Gibson
  • Fotografía: Ernesto Caparrós
  • Montaje: Aram Avakian
  • Música: Laurence Rosenthal
  • Productora: Playfilm Productions


SINOPSIS

La joven Helen Keller (Patty Duke) es una joven sordociega desde la infancia debido a un caso grave de escarlatina. Sus padres, aterrorizados e indefensos, se ponen en contacto con una escuela para ciegos y, les envían a una exalumna, Ana Sullivan (Anne Bancroft) para enseñar a la joven Keller. Con el transcurso del tiempo, no solo se fraguará una enseñanza firme, sino también el amor y la persistencia.


CRITICA

Prácticamente toda mi vida he oído el título de esta película y las alabanzas que se decían sobre ella, pero nunca me había parado a verla; hasta que un día la encontré entre mi colección de DVD y cuando empecé a verla, no podía apartar mis ojos de ella. No solo por las escenas impactantes, sino porque fue una historia real y necesitaba conocer más ésta historia.

Cómo creo que le pasará a todo espectador que la vea, se desprende una cierta empatía y comprensión hacia la joven Helen a la par que, se puede llegar a sentir cierto "desprecio" por la figura de los padres que en cierto modo la dejaron abandona a su suerte y parece que no lucharon, ni siquiera un poco, por poder darle a su hija una vida un poco acorde a su situación. Pero, al recurrir a la escuela para ciegos, la vida de toda la familia dará un giro radical.


De dicho giro se encargará Ana, una antigua exalumna operada nueve veces de su ceguera que a pesar de ver, todavía arrastra consigo alguna que otra secuela. Obviamente su función es enseñar a la niña a comunicarse, pero Ana quiere ir más allá: desea que Helen sepa lo que está tocando gracias a la lengua de signos y sobre todo, que el tener una enfermedad no es una excusa para comportarse de una forma brusca y consentida. Para ello tendrá que recurrir a métodos poco escrupulosos para educar a Helen; lo que le lleva muchas veces a enfrentarse a los padres de la joven que no ven con buenos ojos su método de enseñanza pero, es necesario recurrir a ellos por el bien de la joven.

En el transcurso de la historia, el espectador se mimetiza con la situación de la institutriz y de la alumna a nivel emocional, porque puede llegar a removerle por dentro lo insignificantes que somos a veces con pequeñas vanalidades frente a personas que sufren y que sin embargo han conseguido salir adelante y no se ven como personas con unas limitaciones, sino personas con ganas de vivir. Evidentemente, también impactan bastante las situaciones en las que se ven las peleas entre ambas y las formas bruscas de la institutriz (en varias ocasiones se ven reflejadas su sufrimiento en la infancia).

La película de echo no tiene ningún desperdicio, no solo por la historia sino también de las interpretaciones de Anne Bancroft y de Patty Duke, las cuales ya habían trabajado juntas en la representación de la obra homónima. Comentar también que todos lo golpes y peleas son reales entre ambas y, lo que hicieron para no salir lastimadas consistía en ponerse protecciones debajo de la ropa para que no les saliesen moretones (sobre todo en la pelea de nueve minutos en el salón).

Desde mi punto de vista y más allá de las interpretaciones, esta película debería de ser de visionado obligatorio en institutos puesto que muchas veces la permisividad no hace que una persona madure, sino a veces cierta disciplina férrea que pueda ayudar a forjar el carácter de una persona. Además de que a pesar de la rudeza por parte de la institutriz, el amor sobresale por encima de cualquier palabra, gesto o pensamiento. Para mí, una de las mejores películas del siglo XX.


Calificación personal: 10


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