- Título original: De rouille et d’os.
- Dirección: Jacques Audiard.
- Año: 2012.
- Género: Drama, romance.
- Interpretación: Marion Cotillard , Matthias Schoenaerts , Céline Sallette, Bouli Lanners, Armand Verduse, Corinne Masiero, Jean-Michel Correia.
- Guion: Jacques Audiard y Thomas Bidegain
- Producción: Pascal Caucheteux.
- Música: Alexandre Desplat.
- Fotografía: Stéphane Fontaine.
- Montaje: Juliette Welfling.
- Diseño de producción: Michel Barthélémy.
- Vestuario: Virginie Montel.
- Distribuidora: Vértigo Films.
SINOPSIS
Todo comienza en el norte. Alain (Matthias Schoenaerts) se encuentra con Sam, de 5 años, en los brazos. Es su hijo, al que apenas conoce. Sin domicilio, sin dinero y sin amigos, Alain encuentra refugio en casa de su hermana. Allí todo mejora, ella les aloja en el garaje, se ocupa del pequeño y el clima es agradable. Pero tras una pelea en una discoteca, su destino se cruzará con el de Stéphanie (Marion Cotillard). Alain la lleva a su casa y le deja su número de teléfono. Él es pobre, ella es hermosa y rebosa confianza. Son totalmente opuestos. Una tragedia volverá a reunirlos.
CRITICA
Cada vez que decido ver una película suelo guiarme por tres criterios: el primero de ellos suele ser que he visto alguna película del director y me ha gustado; segundo, la película me la recomienda alguien que suele tener gustos cinematográficos muy particulares, y por último es simple y llanamente la curiosidad de descubrir nuevas películas que me puedan remover por dentro. Y la verdad, es que con De óxido y hueso estos tres criterios me llevaron a verla y la verdad, es que no me arrepiento de haberla visto.
Desde un primer momento se plantea al espectador dos mundos (reflejados en los protagonistas) totalmente diferentes pero harán que éstos se junten tras una tragedia y cómo muchas veces el ver a una persona más allá de sus limitaciones físicas o incluso del estatus social en el que se pueda encontrar, puede abrir los ojos más de una vez para que nos demos cuenta de que todos (insisto en el todos) somos iguales y nada ni nadie nos debe (ni debería) catalogar.
Sin ningún tipo de censura el director dispone y presenta las historias de los personajes que quiere contar, emocionantes y llenas de contenido. En un momento de la trama, se hace una pregunta: "¿Qué soy para ti?", donde no solo se plantea desde el lado emocional entre los dos personajes principales, sino también desde la visión que muchos de nosotros tenemos (o incluso la visión que pueden tener sobre nosotros) frente a la apariencia física o la clase social de una persona que nos condiciona para la sociedad. Sin embargo, cuando alguien muestra un interés más allá de las limitaciones que tenemos, pensamos que solo puede estar con nosotros por compasión, pero a lo mejor está con nosotros porque de alguna forma se siente identificado o incluso, necesita estar con alguien que le haga sentirse uno mismo y no fingir quien realmente no somos.
Lo que llama especialmente la atención es como el director guía al espectador de tal forma que éste no puede apartar la mirada de la tragedia que para los protagonistas incluso les puede acercar a la felicidad. Se aprecia sobre todo en momentos concretos cuando Stéphanie se interesa por los combates callejeros (e ilegales) de Alí y permite que vaya con él. Cómo ella se vuelve a reencontrar con aquello que le hizo perder la esperanza, cuando se acerca al acuario y la orca la reconoce. Por otro lado Alí, un hombre desorientado en la vida y perdido porque no encuentra la estabilidad y además, no sabe ser padre va dando bandazos porque no encuentra su sitio en el mundo y piensa que siempre lo mejor es huir o buscar el camino más fácil.
Desde el primer momento, el director trata con mimo a sus personajes (sin condescendencia ninguna, cuidado) convierte a Alí en un tótem en torno al cuál giran todos los acontecimientos de la película, con una Stéphanie como (inesperada) columna de apoyo esencial. Con lo que se llega al trasfondo de la historia que cuando se llega al suelo, hay que volver a levantarnos.
Me impresiona desde el principio la gran capacidad que tienen los actores de la película de transmitir desde los personajes que interpretan, pero sobre todo destacar la increíble e impresionante interpretación de Marion Cotillard que, si me sorprendió gratamente con La vida en rosa y con Dos días, una noche (crítica en este blog) con su interpretación en De óxido y hueso la convierten en una gran actriz versátil y que cuando hace películas en su país, lo hace que da miedo y demuestra el gran talento que hay en el cine francés. Y que decir del director (y también guionista) Jacques Audiard que donde pone el ojo hace grandes película como Un profeta y Dheepan.
Para terminar es que, uno de los mensajes claros que deja la película es que muchas veces hay que pelear desde el suelo, desde el mismo espíritu que convierte el día a día en el triunfo de lo pragmático sin renunciar a la visceralidad de los brutalmente emocional.
Calificación personal: 9
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